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Origen de los reyes magos y sus regalos.

Publicada:06 de enero de 2023, 09:30 · Valor del arte y la historia de los animales.

Origen de los reyes magos y sus regalos.

Todos los 5 de enero por la noche mis hijos, Sabela y Teo, esperan ansiosos la llegada de los reyes magos y si ese año les traerán lo que han pedido en sus cartas, y digo cartas porque llevan enviando cartas desde que termina las navidades anteriores, por si se olvidan.

Este año 2022, ya no están tan apurados y esperan que les traigan los regalos que han pedido, pero siguen con la emoción de que llegue la mañana del 6 de enero y los reyes traigan lo que han pedido.

ORIGEN:

En el Evangelio de San Mateo: Adoración de los Magos. 2. 1-12.

"1 Habiendo nacido Jesús en Belén de la jadea en los días de Herodes el rey, he aquí que unos Magos venidos de las regiones orientales llegaron a Jerusalén,

2 diciendo: —¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Pues- vimos su estrella en el oriente, y hemos venido a adorarle.

3 Oído esto, el rey Herodes se turbó y toda Jerusalén con él.

4 Y habiendo convocado a todos los jefes de los sacerdotes y a los escribas del pueblo, se informó de ellos sobre dónde había de nacer el Mesías.

5 Ellos le dijeron: —En Belén de la Judea, pues así está escrito por el profeta (Miq. 5, 2):
6 Y tú, Belén, tierra de Judá,
de ningún modo eres la menor entre los príncipes de Judá;
porque de ti saldrá un jefe,
que pastoreará a mi pueblo Israel.
7 Entonces Herodes, habiendo llamado secretamente a los Magos, se informó de ellos exactamente acerca del tiempo en que había aparecido la estrella;

8 y enviándolos a Belén dijo: —Id y tomad información exacta acerca del niño; y cuando
le hubiereis hallado, dadme aviso, para que yo también vayal
y le adore.
9 Ellos, oído lo que les dijo el rey, se pusieron en camino; y he aquí que la estrella que habían visto en el oriente, iba delante de ellos, hasta que llegando adonde estaba el niño se paró encima.

10 En viendo la estrella ellos se alegraron con gozo sobremanera grande.

11 Y entrando en la casa, vieron al niño con María su madre; y postrándose en tierra le adoraron; y abriendo sus tesoros le ofrecieron presentes, oro, incienso y mirra.

12 Y avisados por Dios en sueños que no volviesen a Herodes, por otro camino se tornaron a su tierra".

HERODES EL REY:

Es Herodes I, llamado el Grande, padre de Herodes Antipas, que más tarde burló al Señor, y de Arquelao, que poco después se menciona.

MAGOS:

En el antiguo Irán, originario de los magos, y en la lengua del Avesta "mago" significaba "partícipe del don". Este don o dádiva del Buen Espíritu (Vohu Mano) no era otra cosa que la doctrina religiosa que Zarathusthra o Zoroastro decía haber recibido del Sabio Señor. Ahura Mazdah, el Dios supremo (o único) del mazdeísmo iránico. Históricamente, los magos se decían discípulos de Zoroastro, y formaban, no una casta parecida a la de los Brahmanes Hindúes, sino una clase o profesión, una escuela de filosofía religiosa, de carácter intermedio entre los filósofos griegos y los escribas judíos.


En la doctrina religiosa de Zoroastro resaltaba el anuncio de tres «Auxiliadores» (Saushyant), el último de los cuales ofrecía notables puntos de semejanza con el Mesías esperado por los judíos. En tiempo de Ciro, conquistador de Babilonia, los magos, al entrar en contacto con los caldeos y con los judíos, pudieron recibir de unos y de otros influjo, funesto o beneficioso, que modificase sus primitivas doctrinas. Conocieran, o no, la profecía de Balaán, no pudieron menos de notar la semejanza entre la esperanza mesiánica mantenida por los profetas de Israel y la expectación del gran Auxiliador anunciado por el que fué llamado profeta iránico. Con esto estaban preparados para entender, con la luz de la divina ilustración, la significación religiosa del Rey de los judíos, cuyo nacimiento iba a anunciar una estrella. Con el tiempo la palabra «mago» se desprestigió, hasta significar agorero, hechicero o brujo, del tipo de Simón Mago de Samaría o Elimas de Chipre. No es este sentido peyorativo el que tiene la palabra «mago» en San Mateo, sino el sentido noble que tenía en el antiguo Irán.

REGIONES ORIENTALES:

Y ésta ha de ser la base para la interpretación de «las regiones orientales», de donde vinieron los magos a Jerusalén.
Sobre estas «regiones orientales» dos son las opiniones principales y que merecen tomarse en consideración. Según unos, los magos vienen de la Arabia; según otros, de Persia. Conviene examinar los fundamentos en que se apoya cada una de las dos opiniones.
A favor de la Arabia está la autoridad de San Justino y de San Epifanio, ambos palestinenses, que tal vez se apoyaron en alguna tradición local. A ellos se agrega Tertuliano. Respetable es esta autoridad, y merecería crédito, si no quedara contrapesada por otra mayor. La palabra «oriente» significaba entonces, y también ahora, la región que se extiende al E. del Jordán y del Mar Muerto, donde se hallaba el reino de los nabateos. Pero esta significación, aunque usual o corriente, no era exclusiva. En el libro de los Números (23, 7; cfr. 22, 5) oriente es el país de Aram; y en Isaías (41, 2) es Persia. Y precisamente el uso entonces corriente de la palabra pudo haber inducido a San Justino y a San Epifanio, sin otro fundamento, a creer que el oriente de donde vinieron los magos era la Arabia. Se insiste además en los dones ofrecidos por los magos: el oro, el incienso y la mirra, característicos de la Arabia. Pero el comercio se encargaba de exportarlos a otros países, donde, por esto mismo, eran considerados como más preciosos. Al E. del Mar Muerto estaba Moab, donde Balaán había vaticinado que nacería una estrella de Jacob (Núm. 24, 17): profecía que pudo haber servido de clave a los magos para entender la significación mesiánica de la estrella que vieron. Pero en la profecía la estrella no es un astro, sino metafóricamente el mismo Mesías. Y San Mateo no hace la menor alusión a esta profecía. Y en la suposición
problemática de que el conocimiento de la profecía pudo haber inspirado a los magos la resolución de ir a Jerusalén, bien
pudieron conocer esta profecía los babilonios y los persas desde los tiempos de Nabucodonosor y de Ciro, en que entraron en contacto con los judíos.

Pero fuera de estos reparos particulares se presentan otros dos, más serios, que se oponen a a opinión de Arabia. Primeramente ¿existían en Arabia "magos" los cuales aparecen en la narración de San Mateo, hombres sabios y religiosos, que no fueran vulgares agoreros? Además la designación de Arabia como patria de los magos pudo provenir de la interpretación o aplicación literalista del Salmo 71 "los reyes de los Árabes y de Sabá le ofrecerán dones" (71,10), "y se le dará del oro de Arabia" (71,15). Pero si justamente se desecha la realeza de los magos, por ejemplo, como nacida de una interpretación demasiado literalista de los pasajes bíblicos, por la misma razón lógicamente puede rechazarse la opinión de la Arabia como igualmente inspirada en una interpretación inadecuada del Salmo 71.

De mayor peso parecen las razones a favor de Persia. Primeramente, la autoridad de los Padres más antiguos. Como representantes de la escuela alejandrina están Clemente, Orígenes y San Cirilo; como representantes de la escuela de Antioquía, Diodoro de Tarso y San Juan Crisóstomo; representa a la escuela de Nísibe y Edesa San Efrén; los dos poetas españoles, Juveneo y Prudencio, están a favor de Persia. Y está fué desde entonces la opinión más general de los escritores eclesiásticos. A esta tradición documental hay que añadir la iconográfica: probablemente el fresco de Santa Priscila del siglo II y ciertamente el mosaico de la basílica constantiniana de Belén, que representan los magos vestidos a la usanza persa. En esta hipótesis se explica perfectamente los hechos: a) el sentido digno, no peyorativo, en que se emplea la palabra "mago"; b) la profunda religiosidad que muestran los magos en la narración evangélica; c) el previo conocimiento que pudieron tener del advenimiento del Mesías, que sirvió de preparación para la ilustración divina; d) el desconocimiento que muestran tener de la situación política de la Judea, desconocimiento inverosímil en un oriental de las regiones que caen inmediatamente al E. del Jordán o del Mar Muerto; e) probablemente también la señal de la estrella, muy acomodada a hombres sabios dedicados a la observación de los astros, cuales pudieron ser los magos de Persia, después de haber entrado en contacto con los Caldeos, y cuales no es fácil suponer en la Arabia. La dificultad que contra esta hipótesis se ha hecho valer, la gran diversidad entre la lengua persa de los magos y la aramea de los judíos, no tiene gran fuerza, si se recuerda la universal difusión del griego, a partir de las conquistas de Alejandro Magno, principalmente entre las personas cultas, cuales eran los magos.

A estos datos históricos se fueron acumulando con el tiempo otros legendarios y aun puramente fantásticos.

A partir del siglo VI, se extendió la creencia de que los magos eran reyes; se conocían sus nombres y hasta la edad y aspecto exterior de cada uno; se sabía que Melchor, anciano de barba blanca y larga cabellera, vestido de jacinto, había ofrecido el oro; que Gaspar, joven imberbe y rubicundo, vestido de sayo rojo, había ofrecido el incienso; que Baltasar, moreno y barbudo, vestido de túnica roja, había ofrecido la mirra. El dato evangélico más verosímil referente a los magos es que fueron tres.

De hecho, en las pinturas más antiguas son tres ordinariamente, siempre que el prurito de la simetría no obliga a reducirlos a dos o extenderlos a cuatro.

Y pudiera aceptarse este número, si no recayera sobre él la sospecha de tener como origen el número ternario de los dones ofrecidos por los magos.

2 "EL REY DE LOS JUDÍOS":

Era para los magos, no un rey vulgar, cual pudiera serlo uno de los hijos del rey Herodes, sino el Mesías, que por aquel tiempo era universalmente esperado como restaurador o iniciador de una nueva era de prosperidad. La dispersión de los judíos contribuyó a esta creencia universal, que los magos naturalmente relacionaron con la expectación del gran Auxiliador, anunciado por su maestro Zoroastro.

"SU ESTRELLA":

«Su estrella»: tres son las opiniones principales sobre la estrella vista por los magos. Kepler supuso que era la conjunción de los tres planetas Saturno, Júpiter y Marte, ocurrida el año 747 de Roma, 7 antes de la era cristiana.

Orígenes, y después otros muchos, han supuesto que era un cometa, tal vez el famoso cometa Halley, que fue visto el año 12 antes de nuestra era. Otros, por fin, creen que fue un meteoro luminoso, formado extraordinariamente por Dios para anunciar
el advenimiento del gran Rey esperado. El movimiento de N. a S., desde Jerusalén a Belén, que luego el Evangelista atribuye a la estrella, sólo en la tercera hipótesis tiene adecuada explicación. Y el que Dios interviniera extraordinariamente con este milagro no parecerá tan extraño o increíble a quien recuerde los extraordinarios fenómenos solares que reciente- mente se vieron en Fátima. De todos modos, este fenómeno fue para los magos «la estrella del Mesías». ¿Cómo? Ante todo por una ilustración divina, con la cual conocieron los magos que la aparición de la estrella era la señal dada por Dios del advenimiento del Mesías. El medio natural o la ocasión de que se valió la divina providencia pudo muy bien ser la general expectación del Mesías, que los magos relacionarían con el vaticinio de Zoroastro sobre el gran Auxiliador, y también acaso la propensión de los magos a relacionar los fenómenos celestes con los acontecimientos históricos extraordinarios. Ni es tal vez inverosímil que conociesen y entendiesen en este sentido la profecía de Balaán (Núm. 24, 17):

Una estrella sale de Jacob,

un centro surge de Israel.

"EN EL ORIENTE:

En función de los varios sentidos de la palabra «oriente» (en griego «anatolé») puede ser bastante diferente la interpretación de toda la frase «vimos su estrella en el oriente». «Orienten puede tener:

I. Sentido Local:

1) dirección E. (punto cardinal);
2) tierra o país oriental;
3) parte oriental de la esfera celeste;

II. Sentido Temporal:
Levante o salida de los astros.

De ahí las siguientes interpretaciones posibles:

A. El complemento «en el oriente» puede afectar lógicamente al sujeto de la frase, con dos matices distintos:

a) «nosotros, cuando estábamos en tierras de oriente, vimos la estrella» (I, 2);

b) más generalmente, «los habitantes del oriente vimos la estrella» (I, 2).

B. El complemento indirecto «en el oriente» puede afectar al complemento directo «estrella», en tres sentidos diferentes:

a) «vimos aparecer la estrella en la parte oriental del cielo» (I, 3);

b) «la vimos en dirección E.» (I, 1);

c) «vimos la estrella al nacer o aparecer en el horizonte» (II). De estas interpretaciones, la última (B, c) expresa precisiones innecesarias y no señaladas por el Evangelista. La ulterior repetición de la frase «la estrella que habían visto en el oriente» (2, 9), de idéntico sentido, es más refractaria aún a esas precisiones. La interpretación precedente (B, b), o contiene también precisiones innecesarias y no expresadas por el Evangelista, o coincide con la anterior (B, a). Esta interpretación (B, a), tomada en sentido indeterminado, no se opone a la primera interpretación (A, a, o A, b) en cualquiera de sus dos matices, antes es su complemento natural. A esta primera interpretación, por tanto, hay que atenerse, en el sentido más general de «vimos los habitantes de las tierras orientales brillar una estrella en el cielo de aquellas regiones».
«Hemos venido a adorarle»: no es enteramente cierto, pero tampoco inverosímil, que los magos conociesen o vislumbrasen la divinidad del Mesías. De todos modos, su adoración tiene carácter religioso, y no meramente político o humano.


4 "EL REY HERODES SE TURBÓ":

«El rey Herodes se turbó»: no es de maravillar que el tirano intruso se turbase a la noticia de que hubiera nacido un peligroso competidor de su dinastía, no muy segura en el trono de Israel. Más extraño parece, a primera vista, que también se turbase «toda Jerusalén». Sin duda que, conocedores de la crueldad de Herodes. se temieron algunas sangrientas represalias, de que ellos tal vez pudieran ser víctimas.
El tirano, tan zorro como sanguinario, creyera, o no, en las profecías mesiánicas, se propuso dar disimuladamente un golpe certero, que acabase de una vez con aquel competidor real o imaginario. Comprendiendo que el rey buscado por los magos no podía ser sino el Mesías esperado por los judíos, y deseoso de conocer exactamente el lugar en que pudiera haber nacido, convocó a los que mejor pudieran saberlo, «los sacer- dotes y los escribas del pueblo». Pensaría, sin duda, que, de ser real ese nacimiento, sabría dónde dar el golpe, para acabar de una vez con aquellas enojosas esperanzas de los judíos; y si resultaba ser todo aquello pura fantasía, no habría ya motivo de preocuparse con la noticia de los magos. Una vez reunidos en su presencia los sacerdotes y los escribas, fingiendo tomar en serio la noticia propalada, «se informó de ellos sobre dónde había de nacer el Mesías».


5 "EN BELÉN":

«En Belén»: reconocen los mismos judíos el carácter mesiánico de la profecía de Miqueas. Las profecías de pormenor, como ésta referente al lugar del nacimiento, habían de servir para la identificación personal del Mesías.


6 "ENTRE LOS P´RINCIPES DE JUDÁ":

"Entre los príncipes de Judá": en las asambleas en que se reúnan los jefes de las ciudades, Belén será, por el jefe que la represente, la más importante de todas. El texto evangélico de la profecía difiere en algunos puntos del texto masorético, con el cual coincide sustancialmente la versión de los Setenta.

En el texto hebreo se lee: Y tú, Belén Efrata, pequeña para ser contada entre los millares de Judá, de ti saldrá para mí el que dominará sobre Israel. Prescindiendo de otras divergencias que no afectan al sentido, llama la atención el cambio operado en Belén, que, pequeña en boca del profeta, aparece grande en labios de los sacerdotes y escribas o de San Mateo. Por de pronto, entre aquella pequeñez y esta grandeza no hay contradicción, dado que la pequeñez es material y la grandeza es moral. Es también manifiesto el motivo del cambio textual operado en la profecía: poner de relieve la grandeza moral de Belén (implícita en el texto original), por ser cuna del Mesías. Lo que ya no es tan claro es el origen de semejante cambio. ¿Fue obra de los mismos escribas que recitaron la profecía, o de San Mateo, que la reprodujo libremente? ¿Y es cierto que el cambio no se había ya producido precedentemente, y constaba en alguna variante que no ha llegado hasta nosotros? Todo es posible. Lo importante es la legitimidad del cambio literal, que, lejos de desfigurarlo, da mayor relieve al sentido fundamental de la profecía.


7 "S INFORMÓ DE ELLOS EXACTAMENTE":

«Se informó de ellos exactamente»: este dato, relacionado con lo que después se dice (vers. 16), es de suma importancia para establecer la cronología del nacimiento de Jesús, a lo menos en la hipótesis fundada de que la aparición de la estrella coincidió con el nacimiento del Salvador.


8 "PARA QUE YO TAMBIÉN VAYA Y LE ADORE":

«Para que yo también vaya y le adore»: con justa razón increpa a Herodes San Fulgencio de Ruspe: «La sangre de los Inocentes, que cruelmente derramaste, testifica qué es lo que pretendías hacer con este Niño» (ML 65, 734-735).
No es lícito dejar de considerar las grandes lecciones que brillan en todo este hecho. Dos son principalmente. La primera se refiere a la amorosa providencia de Dios. Para llevar a los magos hasta Belén podía Dios hacer reaparecer la estrella antes de que llegasen a Jerusalén, como la hizo reaparecer inmediatamente después. Prefirió empero que interviniesen, como instrumentos inconscientes de los designios divinos, los grandes enemigos del auténtico Mesías: Herodes, que iba a atentar luego contra su vida, y los sacerdotes y los escribas, que más tarde se la habían de quitar. Había de resplandecer la gran verdad de que «Dios coordina toda su acción al bien de los que le aman» ( Rom. 8. 28) : y en orden a ello encauza y dirige todos los manejos de los que odian a Dios y a los amigos de Dios. Lo que a los magos pudo parecer una tribulación o desolación momentánea, colmadamente compensada poco después, fue en realidad un regalo de la providencia amorosísima del Padre celestial. Y los negros planes de Herodes, al convocar a los sacerdotes y a los escribas, de acabar con el Niño y con los magos, no tuvieron otro efecto que facilitar a los magos el hallazgo y la adoración del Rey de los judíos que buscaban. No hay consejo de hombre que prevalezca contra los consejos de Dios, mejor aún. que no sirva para el logro de los designios divinos. La otra lección es más austera. Este hecho es un símbolo pavoroso de la incredulidad de los jefes judíos, no ya sola- mente contrapuesta a la fe y docilidad de los gentiles, sino puesta al servicio de ella. Allí estaban aquellos sacerdotes y escribas con las Escrituras proféticas en las manos, mostrando el Mesías de Israel a la gentilidad y presentándolo a su reconocimiento v adoración, sin dar ellos un paso para buscarle, reconocerle y adorarle: mojones mudos, que, inmóviles, señalan el camino a los demás. ¡Visión desoladora de la incredulidad judaica! Pero visión también consoladora para la Iglesia cristiana, que en el llamamiento de los magos contempla alborozada la vocación de la gentilidad, es decir, de la universalidad de los hombres a la fe y a la adoración de Dios y de su Cristo.


9 "LA ESTRELLA... IBA DELANTE... SE PARÓ":

«La estrella... iba delante... se paró»: semejantes expresiones difícilmente se explican sino en la hipótesis de que la estrella era un meteoro luminoso que se moviera a poca distancia de la tierra.


10 "ESTA EXTRAORDINARIA CONSOLACIÓN DAD POR DIOS A LOS MAGOS":

Esta extraordinaria consolación dada por Dios a los magos, cuando menos necesaria pudiera parecer, enseña una verdad muy importante en la vida espiritual, es a saber, que, si a las veces se da la consolación para suavizar las asperezas y las amarguras de la virtud, otras veces empero se da sola- mente como galardón de la virtud ya practicada. Es que la consolación que sigue al acto virtuoso, no mengua su mérito, ya definitivamente adquirido: dada empero antecedentemente, fácilmente podría disminuir los quilates de su perfección y aun enturbiar la pureza de la intención. Es el hombre muy propenso a buscarse a sí mismo, aun en la práctica de la virtud.


11 "EN LA CASA":

«En la casa» : parece, por tanto, que, una vez pasada la afluencia de gente, motivada por el censo, San José pudo hallar en Belén una «casa», donde se trasladó, dejada la cueva en que había nacido el Salvador. Esta suposición se hace más verosímil, si, conforme a la expresión «de dos años para abajo» (vers. 16), se admite que a la llegada de los Magos había transcurrido más de un año desde el nacimiento del Niño.

"CON MARÍA SU MADRE":

«Con María su madre»: a Jesús no se le halla si no es con María su Madre, asociada por Dios a la persona del Hijo y a su obra
salvadora.

"ORO, INCIENSO Y MIRRA":

«Oro, incienso y mirra»: es común, entre los Santos Padres, atribuir a estos dones significado simbólico: el oro simboliza la realeza de Jesús; el incienso, su divinidad; la mirra, su humanidad o mortalidad.


12 "AVISADOS POR DIOS":

«Avisados por Dios»: otra vez interviene extraordinariamente la providencia de Dios, que quiso librar a los incautos magos de caer en las redes que les tenía preparadas la astuta perversidad del tirano.

"EN SUEÑOS":

«En sueños» : durante el sueño Dios les habló de manera que ellos entendieron que era Dios quien les manifestaba su voluntad. Y ellos dócilmente obedecieron. Esta comunicación de Dios con el espíritu de los magos es una prueba de que ya antes, al aparecer la estrella, Dios les dió a entender claramente, o por sueños, como ahora, o de otra manera, lo que la estrella significaba.

"POR OTRO CAMINO":

«Por otro camino» suponiendo que entraron en Jerusalén por el N., tomaron ahora otro camino más hacia el S. Entrando en el desierto que se extiende al E. de Belén, en pocas horas pudieron llegar al Mar Muerto y al Jordán, y desde allí «se tornaron a su tierra» (Bover, José m. 1946, pp. 47-61).

BIBLIOGRAFÍA:

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