Con unos 67 millones de células olfativas, la nariz del gato es mucho más potente que la nuestra, sin superar a la del perro, que posee de tres a cuatro veces más células.
La olfacción interviene poco en la fase de búsqueda de la presa (contrariamente al perro), pero muestra toda su importancia en el momento de su consumación y en las relaciones sociales con sus congéneres o con el hombre.
El gato forma parte de las especies denominadas macrosmáticas, la zona olfativa de su cerebro está muy desarrollada: Su umbral de detección de los olores es bajo y es capaz de identificar perfectamente una sola molécula olorosa.
Incluso las mezclas químicas más complejas pueden ser reconocidas.
¡ He aquí qué es casi imposible engañar al gato escondiendo un medicamento en un alimento!
Los felinos poseen un sistema olfativo secundario, llamado órgano vomeronasal, capaz de de detectar sustancias químicas propias de la especie, las feromonas.
Estas intervienen, en particular, en la marcación del territorio y la atracción sexual.
Para captarlas, los felinos tienen un comportamiento particular, el "flehmen": retraen los belfos superiores entreabriendo la boca en una mueca que da la impresión de que ríen sarcásticamente.
Las vibrisas son largos pelos rígidos extremadamente sensibles que proporcionan información muy preciada sobre el entorno táctil del gato.
Están presentes sobre los labios superiores (los famosos bigotes del gato), sobre los arcos de las cejas, las mejillas, e incluso en la parte posterior de las patas delanteras.
Esenciales para la caza y para orientarse en la noche, funcionan como antenas que permiten una gran detección de objetos móviles o inmóviles gracias a los índices de variación de calor y a las turbulencias.
Su longitud extrema evita al gato tropezar con los obstáculos y le ayuda a evaluar la estrechez de un paso para no quedar atascado en él.
Muy sensibles a las vibraciones, las vibrisas son barómetros que perciben mucho antes que nosotros la llegada de una tormenta, de una tempestad.
¡ E incluso de un temblor de tierra!
El gato es bien conocido por ser un gastrónomo "difícil".
Acercar la nariz a su comedero es suficiente para distraerle.
Por ello, los fabricantes de alimentos realizan tests de apetencia muy específicos para obtener la composición ideal de un lata o de una croqueta, y sobre todo, de su aroma.
Gran parte de la preferencia por un alimento en vez de por otro depende, en primer lugar, del aroma que emane del mismo.
Así, el hecho de templarlo, puede aumentar su apetencia.
Pero la "poción mágica aromática" no sirve para nada si los ingredientes de base (carnes, cereales, legumbres, etc.) no son de buena calidad.
Por otra parte, el gato es muy estricto con respecto a la limpieza de su vajilla: limpiar el comedero todos los días, incluso en caso de utilización de croquetas, evita la persistencia de una película de grasa que se oxida y que constituye el origen de una aversión con respecto al alimento.
Bibliografía:
Dr. L. Barlerin y Dr. J.P.Vaissaire (2003) El libro de los Gatos de Raza. Royal Canin, Colección Aniwa Miscellaneous, Roma, pp. 8-9.