Aunque el gato pueda detectar los cuatro sabores básicos (ácido, salado, amargo y dulce), sus 473 papilas gustativas (frente a las 9.000 del hombre) no le permiten tener un sentido gustativo pronunciado.
Su elección alimenticia es más olfativa que gustativa. Prefiere el gusto ácido al gusto amargo, el cual prefiere al gusto salado, y no le atrae el dulce.
De hecho, estas particularidades se encuentran ligadas a su régimen alimenticio.
Los carnívoros son muy poco sensibles a los alimentos dulces, ricos en glúcidos, naturalmente poco presentes en su alimentación.
Siendo la carne ya de por sí rica en sal, el gusto salado tiene poca importancia para el gato, pues no tiene necesidad de buscarlo en su alimentación.
¡Salar su comida es una herejía!
Unas sensibilidad elevada a lo amargo le permite evitar sustancias tóxicas.
¡Es sabido que el gato es más desconfiado que el perro!
Presta igualmente atención a lo que bebe: gracias a las fibras gustativas específicas para el agua, este animal originario del desierto, ¡sabe diferenciar muy bien entre dos aguas de origen diferente!
Otro rasgo característico de un régimen carnívoro son los colmillos, los dientes más desarrollados y los más afilados: sirven para atrapar y matar al ratón o al pájaro desafortunados...
¡Y a veces, para defenderse!
Los incisivos, muy reducidos, desgarran y extraen partes de la presa.
Los molares toman el relevo y la desmenuzan cortando (premolares) y después triturando los tejidos (molares posteriores).
Su lenga es un verdadero rallador de papilas córneas dirigidas hacia atrás, que intervienen separando la carne de los huesos.
La masticación de los alimentos es muy limitada en el gato, por ello su textura y granulometría son importantes.
Paradójicamente, prefiere una alimentación muy húmeda o por el contrario muy seca (croquetas) y aprecia poco las partículas pegajosas (tipo mousse).
La forma, el tamaño, la textura y la dureza de las croquetas influyen sobre la prehensión y el consumo.
Recientes avances científicos han permitido elaborar croquetas "a medida", perfectamente adaptadas a la fuerza y a la forma de la mandíbula y de los dientes, conservando al mismo tiempo una textura que estimula la masticación.
Como el gato tiene tendencia a ingerir los alimentos con avidez, la masticación disminuye el volumen de la ingesta alimentaria y proporciona una acción mecánica antisarro nada despreciable.
Limpiarse los dientes comiendo.
Bibliografía:
Dr. L. Barlerin y Dr. J.P.Vaissaire (2003) El libro de los Gatos de Raza. Royal Canin, Colección Aniwa Miscellaneous, Roma, pp. 10-11.